Las camisas bowling han sido, junto con las camisas estampadas, una de las prendas que más ha evolucionado en los últimos años y, también, una de las más odiadas ya que ha generado sensaciones, muchas veces, confusas e incluso contradictorias. Charlie Sheen ya sentó un precedente en el uso de la camisa bowling como prenda del día a día, pero ha llovido mucho desde entonces y tanto su uso como su estampado han ido cambiando pasando de la clásica camisa de cuadros a todo tipo de camisas estampadas hombre.
Corría el verano de 2019 cuando firmas de la talla de Jacquemus, Prada o Gucci decidieron rescatar la versión sofisticada de la tradicional camisa manga corta. Adiós a las camisas lisas tan discretas. El universo de las tendencias para hombre necesitaba un nuevo golpe de efecto y la camisa bowling se convirtió en la tendencia de aquella temporada. ¿El resultado un año después? Ha llegado la consolidación de la camisa bowling y ha llegado para quedarse.
Las camisas tipo bowling fueron, originariamente, una camisa holgada y confeccionada en seda. Un tejido que le permitía una fluidez y una ventilación tal a la que muy pocos hombres supieron decir que no allá por los años 70. A diferencia de otras camisas manga corta hombre, la ‘camisa para jugar a los bolos’ (por su traducción del inglés) cuenta con un cuello doble almidonado que le aporta un punto más formal que aquellos con los que están confeccionadas las camisas estampadas con motivo tropical.
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